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viernes, 31 de octubre de 2014

LUCHANDO CONTRA LA SOMBRA


Alejandra Usabiaga.

La externalización es un gran regalo que nos entrega la narrativa, ya que al poner el problema fuera de la persona, se logran resultados maravillosos, trasladando la lucha contra algo que se encuentra fuera y no contra unx mismx. Para lxs pequeñxs  este proceso es interesante  y divertido; luchar contra los monstruos y personajes indeseables que le han venido causando problemas, normalmente tiene resultados inmediatos.

En mi experiencia he notado que cuando la estrategia no está dando los resultados esperados, se debe a que el proceso no se ha llevado de manera correcta, y la mejor opción es regresar sobre los propios pasos y volver a empezar. Es fundamental que se regrese al principio de la conversación externalizante para evitar caer en errores importantes, como los que les comparto a continuación.

Héctor y Patricia[1] habían sido remitidos por el kinder de su hijo, debido a un problema de encopresis que presentaba el pequeño de 4 años. Desde que Sebastián nació vive con una gran dificultad ya que sus heces fecales tienden a ser muy duras y grandes, por lo que ha estado siempre bajo tratamiento médico, lo que no garantiza que pueda evacuar de manera normal, aunque hacen todo lo posible para que así sea, mediante dietas, vigilancia, etc.

La mamá había sido la encargada de entrenar a su hijo para ir al baño, y dijo encontrarse muy cansada del proceso, ya que cada media hora sentaba al pequeño en el excusado esperando que desalojara algo, lo que nunca sucedía. Sebastián se escondía detrás de los muebles de la casa para hacer una pequeña bola de popo dura, que normalmente se quedaba en su calzón, o caía al piso provocando con ello el enojo de su madre. Escuchar la historia de la familia y su lucha me hizo empatizar. Les comenté que trabajar desde la narrativa los problemas de encopresis y enuresis, tiene la garantía de que en unas cuantas sesiones el problema desaparece.

Sebastián es un niño muy agradable, desde un principio se mostró abierto y participativo conmigo, aunque llamó mi atención que cuando inicié el proceso de externalización de la popo el pequeño se me quedaba viendo, y poniendo su dedito sobre su boca me decía sshhh y cambiaba el tema, y cuando le era imposible evadir una pregunta hablaba tan bajo que me era difícil escucharlo. Los padres del pequeño me informaron que estas eran actitudes que tenía normalmente al relacionarse con el proceso de ir al baño. Obviamente utilicé este gesto como una herramienta más para externalizar el problema.

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